Mi primera incursión en el mundo de la repostería fue con los roscos fritos, una receta que mi madre siempre hacía en casa cuando era pequeña. Ella hacía la masa y mis hermanas y yo íbamos haciendo los roscos que luego ella se encargaba de freír mientras nosotras los íbamos pasando por el azúcar. No podíamos esperar a que se enfriaran y es que, no hay nada tan bueno como un rosco recién hecho...
Ahora sigo haciéndolos de vez en cuando y son mis hijos los que me ayudan y se los van comiendo como van saliendo de la sartén ¡¡jejeje!!
La receta original de mi madre ya está puesta en el blog (Ver AQUÍ) pero hoy os traigo esta que mi hermana hacía para su hija que era alérgica al huevo y digo era, porque afortunadamente ya no lo es. Con esta receta salen unos roscos fritos súper tiernos, tanto que casi se deshacen en la boca. Ahora que mi sobrina ya no tiene alergia le ponemos un huevo a la masa y quedan buenísimos.
Como veréis en la foto yo he hecho algunos roscos bañados en chocolate y así también quedan muy buenos.
Ingredientes:
-1 tacita de café de leche (yo semidesnatada)
-1 tacita de café de azúcar
-1 tacita de café de aceite de oliva
-Harina de repostería la que admita (yo he calculado que unas 5 o 6 tacitas de café)
-Ralladura de la piel de 1 limón
-1 cucharadita de anís en grano
-1/2 sobre de levadura tipo Royal
Para decorar:
-Azúcar
-Canela molida
Si las queréis de chocolate pues 1 tableta de chocolate para postres.
Elaboración:
En una sartén ponemos el aceite de oliva y lo calentamos bien. Cuando salga humo lo retiramos del fuego y le ponemos los granos de anís. Dejamos enfriar. Una vez se haya enfriado lo colamos y lo reservamos.
En un bol amplio, ponemos la leche, el huevo, el azúcar, el aceite ya colado y frío y la ralladura del limón. Mezclamos bien con unas varillas. Ahora vamos poniendo la harina junto con la levadura, poco a poco y sin dejar de remover (al principio lo haremos con las varillas pero luego habrá que amasar con las manos) hasta que la masa no se nos pegue en los dedos.
Seguidamente vamos dando forma a los roscos y los vamos friendo en una sartén con abundante aceite caliente (puede ser de oliva o de girasol). Cuando estén doraditos los vamos sacando de la sartén y los ponemos en un plato sobre papel de cocina para quitar el exceso de aceite. Mezclamos azúcar y canela en un plato y los vamos pasando por esta mezclan antes de que se enfríen pues si no ya no se les quedará pegada el azúcar. Los colocamos en una fuente y listo.
Si los queremos cubiertos de chocolate solo tenemos que fundir la tableta de chocolate al baño María o en el microondas e ir pintándolos con una brocha de cocina. Los dejamos enfriar y a comer.
Por cierto si los guardamos en un recipiente cerrado hermeticamente nos aguantarán bien varios días.
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